LA FELICIDAD PARADÓJICA
Tomado del libro La Felicidad
Paradójica de Gilles Lipovetsky
Título de la edición original: Le
Bonheur Paradoxal
Hoy por hoy se genera una revolución que es
inseparable de las últimas orientaciones del desarrollo al capitalismo dedicado
a la estimulación perpetua de la gran demanda, de la comercialización y el
generar la multiplicación infinita de las necesidades de la sociedad, el
capitalismo generador de consumo ha ocupado un papel irremplazable en las economías
de producción. El cambio de la vida presente a poco a poco sido reemplazada a
las expectativas de un futuro histórico y el generador de hedonismo alas
militancias políticas de la sociedad; la fiebre del confort ha sido cambiado
por las pasiones nacionalistas y a las
grandes diversiones de la revolución.
Hoy en apariencia, nada o mejor dicho en realidad
nada ha cambiado: se sigue viendo un
sociedad de supermercado y de publicidad total, de la teoría del coche y la televisión,
por eso es que la propia revolución con el tiempo también ha sido
revolucionada.
El Desarrollo del sistema fordiano que fabricaba
los productos estandarizados ha cedido de una forma en que le dio un sentido a
la economía de la variedad y la reactividad en la que ya no solo se ve la
calidad, sino que también la generación del tiempo, la innovación y la renovación
de los productos que han acabado por ser los criterios de la lucha competitiva
de las empresas.
Por medio del nuevo predominio de los mercados de
consumo se explica no solo por el la generación de estrategias que llevan a
cabo las empresas, sino también por el funcionamiento global de nuestras economías.
La nueva era del capitalismo se ha construido estructuralmente alrededor de dos
agentes importantes: el accionista por un lado y el consumidor por el otro,
generando así una economía mundializada.
Mientras con el tiempo el capitalismo globalizado
reina sobre la sociedad, el asalariado. Los sindicatos, el estado pasan a una
segunda mano, eclipsados ya por la pujanza de los grandes mercados financieros
y los mercados del gran consumo.
A medida que se desarrolla esta idea de consumo la
creencia moderna de que la abundancia en una condición necesaria por no decir
obligatoria para la felicidad humana ha dejado de dar frutos: falta comprender
y entender si la reivindicación de la sabiduría no comportara la ilusión hacia
el otro género. Es por eso que “la gente
se declara mayoritariamente feliz pensando que los demás no los son”(
LA FELICIDAD PARADÓJICA, pg 12).
En cualquier sentido el hiperconsumidor puede
acceder a placeres cada vez mucho más numerosos y frecuentes, y de esta manera
tener un gusto innumerable hacia las cosas y goces de las libertades, las
evasiones y los cambios.
Pero si es visible que necesitamos más consumo para
poder que este mismo retroceda la pobreza, pero también para ayudar a la
tercera edad, y así mejorar las condiciones de la salud pública. Para utilizar
mejor el tiempo y los servicios, e abrirse al mundo y lograr nuevas experiencias.
En pocas conclusiones la nueva sociedad en la que
se desarrolla este consumo, nace en función con el hiperconsumo, mas no con el
desconsumo.